No quiero ni el placer ni la dicha
No quiero el temor ni la risa
Quiero algo completamente vacío
Para comenzar a llenar lentamente
Hasta que se desborde y algo tenga que salvar
Por una fracción de cordura tenerme que preocupar
Pues sin la preocupación real, ¿qué tengo si no dolor?
Hasta la herida más letal me dejará su dulce sabor
Terciopelo fino en la soga que te ahorca
Nada cambia el hecho de que eres una derrota
Llena de gas lacrimógeno inhalado por Dios
Me pregunto en qué momento cinco se convierten en dos
Y dos se condensan en un sólo individuo
Que creará su propio mundo sucio y exiguo
Para ser consumido por las cenizas de un fuego lejano
Y todo ser vivo en una horca dejar colgando
Y si fuéramos lienzos blancos toda la vida
Hasta encontrar a esa persona que será nuestra artista
Y nos pintará a su deber y su antojo
Trazará cada línea, cada brazo y cada ojo...
Nos dará un nombre y sólo ella lo sabrá
Nos dará vida y sólo ella la dueña será
La condena de muerte en nuestra espalda grabará
Y la mortalidad divida jamás se nos olvidará
Y si ella susurra palabras ensordecedoras que nadie entiende hasta que su significado se combine con la atmósfera, no podremos separar la realidad de la mentira y la virtud de la vida se desperdiciará en lágrimas de sangre que se precipitarán exhalando suspiros de bocas jamás pintadas por ningún artista que haya vivido pero murió trágicamente ahorcado por las vísceras de un dios profano que nadie adora pero todos imitan en secreto...
Y si me pinta de un color que no me gusta desviaré mi atención eternamente a buscar una solución, para mi piel poder arrancar con mis propias uñas mientras rió eternamente en una histeria parecida a un huracán que destroza todo a su paso y nada queda completamente vivo ni completamente muerto, limbos no infernales que nos recuerdan la fragilidad de todo momento que nos cubre.
Cada fracaso configura una celebración absurda profanada por los cadáveres de la legión de demonios que bailan alrededor una sinfonía de sonidos inaudibles para cualquier ser que jamás haya sido tocado por la retorcida idea de terminar con una vida sin siquiera tocarla y observar como un alma se parte en dos al sonido más tétrico de la risa de todos los que han muerto sin una buena razón.
No quiero el temor ni la risa
Quiero algo completamente vacío
Para comenzar a llenar lentamente
Hasta que se desborde y algo tenga que salvar
Por una fracción de cordura tenerme que preocupar
Pues sin la preocupación real, ¿qué tengo si no dolor?
Hasta la herida más letal me dejará su dulce sabor
Terciopelo fino en la soga que te ahorca
Nada cambia el hecho de que eres una derrota
Llena de gas lacrimógeno inhalado por Dios
Me pregunto en qué momento cinco se convierten en dos
Y dos se condensan en un sólo individuo
Que creará su propio mundo sucio y exiguo
Para ser consumido por las cenizas de un fuego lejano
Y todo ser vivo en una horca dejar colgando
Y si fuéramos lienzos blancos toda la vida
Hasta encontrar a esa persona que será nuestra artista
Y nos pintará a su deber y su antojo
Trazará cada línea, cada brazo y cada ojo...
Nos dará un nombre y sólo ella lo sabrá
Nos dará vida y sólo ella la dueña será
La condena de muerte en nuestra espalda grabará
Y la mortalidad divida jamás se nos olvidará
Y si ella susurra palabras ensordecedoras que nadie entiende hasta que su significado se combine con la atmósfera, no podremos separar la realidad de la mentira y la virtud de la vida se desperdiciará en lágrimas de sangre que se precipitarán exhalando suspiros de bocas jamás pintadas por ningún artista que haya vivido pero murió trágicamente ahorcado por las vísceras de un dios profano que nadie adora pero todos imitan en secreto...
Y si me pinta de un color que no me gusta desviaré mi atención eternamente a buscar una solución, para mi piel poder arrancar con mis propias uñas mientras rió eternamente en una histeria parecida a un huracán que destroza todo a su paso y nada queda completamente vivo ni completamente muerto, limbos no infernales que nos recuerdan la fragilidad de todo momento que nos cubre.
Cada fracaso configura una celebración absurda profanada por los cadáveres de la legión de demonios que bailan alrededor una sinfonía de sonidos inaudibles para cualquier ser que jamás haya sido tocado por la retorcida idea de terminar con una vida sin siquiera tocarla y observar como un alma se parte en dos al sonido más tétrico de la risa de todos los que han muerto sin una buena razón.
