Sabes como es que los Dioses matan? Sabes como es que te arranco de mis brazos de forma violenta y desinteresada? Indiferencia. Esa parte en mi que te aleja, que resalta tus defectos y humilla tus virtudes. Ese gusano que termina por hacerte amarme más y desearme tan poco, esa parte en tu mente que te dice que soy lo peor para ti pero que eso es lo que te hace necesitarme más y más. Pero a su vez todo esto me hace pensar que no te quiero pero tampoco que lo dejaré de hacer, solamente te deseo, no eres para mi más que un sustituto de papel-cartón para lo que dejé atrás y nunca tuve el valor de recuperar. Antagonizar esta situación o ignorarla solo creará un lapso infinito de idas y regresos, gritos y besos, caras y cruces.
Recuérdame como lo que fui: Un tormento agonizante de cariño y abrazos incompletos, el roce de nuestros dedos, tu necesidad de no dejarme ir hasta satisfacer tu egoísta deseo de oír lo que quieres y escuchar lo que te conviene.
Reclama lo que quieras, niña mía, olvido tus cumpleaños porque siempre estuve celoso de que nunca los voy a celebrar contigo, olvidé tu esencia porque siempre quise quererte, nunca comprenderte.
Renuncia a todo, reclama tu distancia tan lejana y tan vacía, esa distancia que aceptaste cada vez que necesité de ti y renegaste mi presencia acogiéndome en tu ser. Con cada tono de cada tecla de tu piano grita lo que sientes por mi y resiste el dolor en brazos de la mecánica del recuerdo que jamás fue.
Ruega un día después del fin del mundo, resiste mis inseguridades ante la firmeza de mis sentimientos por ti, reza porque un día nos volvamos a encontrar y no nos reconozcamos y terminemos enamorándonos de nuevo como los tontos que siempre fuimos.
Recuérdame como lo que fui: Un tormento agonizante de cariño y abrazos incompletos, el roce de nuestros dedos, tu necesidad de no dejarme ir hasta satisfacer tu egoísta deseo de oír lo que quieres y escuchar lo que te conviene.
Reclama lo que quieras, niña mía, olvido tus cumpleaños porque siempre estuve celoso de que nunca los voy a celebrar contigo, olvidé tu esencia porque siempre quise quererte, nunca comprenderte.
Renuncia a todo, reclama tu distancia tan lejana y tan vacía, esa distancia que aceptaste cada vez que necesité de ti y renegaste mi presencia acogiéndome en tu ser. Con cada tono de cada tecla de tu piano grita lo que sientes por mi y resiste el dolor en brazos de la mecánica del recuerdo que jamás fue.
Ruega un día después del fin del mundo, resiste mis inseguridades ante la firmeza de mis sentimientos por ti, reza porque un día nos volvamos a encontrar y no nos reconozcamos y terminemos enamorándonos de nuevo como los tontos que siempre fuimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario