Conversaciones Banales

Soy tan banal como la brisa del mar. Perfecto adefecio innecesario de la creación, del dios que no recibe ninguna oración. Tiento al diablo, pero no me hace caso. Tiendo a desear y evitar el fracaso. No hay ninguna razón por la que me debería quedar aquí sentado, pensando en paranoicas paradojas que emanan de tu distanciamiento. Y sin embargo, soy una acumulación absurda y esquizofrenizante de tu sentimiento. La lluvia eterna entre nuestros corazones ha llegado a su fin. No tiene sentido, pero la eternidad es una mentira vil. Siempre acabamos atrapados en el nunca de nuestros adioses. Se acaban las rimas, se acaba la vida... Pero el odio que siento por el amor, nunca se irá, sin importar que ya no halla dolor. No me ubico en el mapa descrito en tus heridas hacia tu corazón. Tal vez no puedo llegar si antes no encuentro mi razón. Imposible, paradójico e ilógico, comedia que actúo un tanto trágico. La última manzana en el árbol del Edén me dejó un sabor de boca tan amargo como el de tus labios. Recogiendo pedazos de nuestro paraíso roto, me he dado cuenta que he perdido definitivamente varios. Lo que tendremos será una imitación lo más pobre posible de lo que llamábamos amor, erróneamente, mientras vivíamos diariamente un acuerdo de mutuo terror. Un centavo más para comprar el lejano placer del olvido. Nuestras oraciones son tabúes de este lado del espejo ambiguo. Cortar y pegar, elemental es la filosofía del dolor. Lo que no entiendo es como todo aroma tiene tu olor. Toda sangre regada en vano debe ser pagada con un pedazo de nuestro corazón. Si es que queda algo de aquella bomba de fría pasión. Y si no, nuestra alma sufrirá el peor de los castigos, tendremos que quedarnos despiertos aún cuando estamos dormidos. No más palabras, no más caricias... hora de desenfundar las armas, mataremos a las poetisas. Tus ojos en llamas me suplican tu entierro, te robaré el aliento de una manera que aún no entiendo. Eres mi oxígeno, necesario para que pueda existir. Lamentablemente soy fuego, no puedo tocarte sin sentir morir. No hay más, no hay menos, que el dolor infinito de no sentir tu piel. Sólo sufrir esta sinestesia que me permite saborear tus partidos labios de miel. Viajando en el tiempo y en el espacio, desearía poder ir más despacio. Pero ahora tendré que desterrar esta habilidad inhumana, que te hacía no ser mundana. ¿Regresarás de dónde saliste? ¿O vendrás como ninfa a resistirte? Matando a la bestia no obtenemos nada, pero matando a los dioses obtenemos todo. Así es que esta teátrica dama tendrá que morir ahogada en lodo. Y cuando no puedas respirar, a mi suspiro te remitirás. Si no hubiera gastado tantos por ti, alomejor no te dejaría ir... Mas es necesario, aunque tal vez cruel. Le estoy siendo a mi religión infiel. Pero eso es la vida, vida mía... Crear dioses para después reemplazarlos con fantoches. Un ciclo que eternamente debemos seguir. Una rueda que debemos de quemar, para del cielo salir y al infierno entrar. Porque el cielo no es mas que un infierno pintado con más presupuesto, porque un infierno no es mas que un cielo desdibujado por lo divino y siniestro. Todo es una ilusión creada por el mundo para no poder disfrutar nuestro derecho a poder ver el fuego quemar. Caos y destrucción, política y organización. Todo por un sueño más, para luego transformarlo en pesadilla. Terrores nocturnos, vengan y aduéñense de todo lo absurdo. Oscuro y mortal, nuestro amor fetal. Moriremos en sus llamas para que finalmente puedan ser apagadas...